El otro día, hablando con Natita, le dije que alguna vez había posteado esto en mi blog anterior... No, no. No es robo!! Es mío!! Me pasó de endeveras!!!!!
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Maldición Polaca
A veces es feo encontrarte con una página en blanco, así, enorme. Tenías ocho millones de cosas para decir y te quedas como la hoja: en blanco! Me encantaría seguir contándoles anécdotas de mi trabajo, pero me he dado cuenta que muchas son incomprensibles para quien no conoce el mettier. En fin, sí tengo anécdotas de viajes algunas divertidas, otras no tanto.
La que narro a continuación me pasó en un viaje a Perú y Bolivia.
En turismo se realizan lo que nosotros llamamos “fam-tours”. Esto es: un operador invita a sus mejores clientes a conocer un destino específico para que lo podamos vender con conocimiento de causa. Así he conocido mucho de Argentina, Francia, Suiza, Inglaterra, algunos puntos de Brasil y otros… Por lo general somos grupos muy heterogéneos con gente de todas las edades, de todos los extractos sociales, que tratamos de convivir armónicamente. Una especie de Gran Hermano del turismo.
En este viaje en particular nos llevábamos todos perfecto, íbamos con una coordinadora boliviana. Como decía, todo era armonía, excepto por una persona, polaca ella, que tenía una mala onda increíble. Y juro que desde el comienzo del viaje sucedieron cosas sólo atribuibles a esa mala onda.
El primer día no más, cuando llegamos a La Paz, fue mortal. No sé si alguna vez han estado. Cuando el avión aterriza, que aún conserva algo de la presurización, ya te empezás a sentir raro. En cuanto traspasás la puerta del mismo es como si alguien te pegara una piña en medio de la cara y te dejara grogui… La presión es tremenda. El dolor de cabeza es insoportable. Tanto que al otro día estábamos todos llorando, rogando que nos arrancaran la cabeza…
Al día siguiente proseguimos nuestro periplo hacia Cusco. Es muy linda, muy colonial, pero los olores, por lo menos para mí que soy muy sensible en ese sentido, son de lo peor. Transcurrieron los dos primeros días sin novedades. Al tercer día nos tomamos el tren para ir a Machu Picchu. Al llegar, fuimos todos trepando la cuesta para llegar hasta la parte más alta, donde está ese monolito gigante, que según lo que nos decía la guía, es la parte con más energía del lugar. Yo no me la tragaba hasta que lo viví en carne propia. Pero me estoy desviando de la historia… Resulta que cuando llegamos allí, la guía cuenta y nos faltaban dos personas. Buscamos, buscamos, y no estaban por ningún lado. Cuando regresamos a la parte más baja, la guía que la tenía reclara, se fue directamente a la enfermería… Y allí estaban, medio desmayados. Suero para dos!! Una intoxicación machaza! Regresamos a Cusco sosteniendo las botellas de suero. Esa noche les pasaron dos más.
Al día siguiente teníamos vuelo de regreso a La Paz y de allí íbamos a ir a Copacabana, un pueblito que queda a orillas del Titicaca. Estábamos todos en el aeropuerto, incluidos los dos moribundos. Llega el avión (del Lloyd) que venía de Lima, pero no nos daban la orden de embarcar… Mmmh! Qué está pasando? Al rato viene uno del Lloyd y habla con nuestra coordinadora. Qué había pasado? El avión había aterrizado muy fuerte y en la maniobra había roto un par de cubiertas y el sistema hidráulico de los frenos. Estamos en el horno!!! “Repuestos no tenemos”. Ahí empezó la discusión de si había que ir en micro a Puno o esperar un par de días al próximo vuelo. Si hacíamos esto último, nos perdíamos el Titicaca, pero si íbamos a Puno podíamos perder a los dos integrantes que estaban en un estado lamentable… OK, nos perdemos Copacabana. Salimos del aeropuerto y cuando estábamos en la combi para regresar al hotel, se nos acerca uno del Lloyd y nos dice: “el avión sale, si quieren pueden abordar”… En qué condiciones? No lo sabíamos. La mitad del grupo no se animó, la otra mitad sí (entre ellos la polaca, la coordinadora y yo). Subimos al avión, al que le habían prestado zapatos y le habían atado con alambre (un decir) el sistema de frenos. El viaje fue un parto, y lo peor fue cuando aterrizó porque no sabíamos si iba a frenar. Lo peor es que vino un tipo del Lloyd, de los del personal de aeropuerto, con un salvavidas y se puso en posición de aterrizaje de emergencia al lado nuestro… Ah bueno! Pero no pasó nada, digamos que terminó de frenarlo un metro antes que terminara la pista y las turbinas estaban al rojo vivo, pero nada más.
Y acá empieza la parte más linda y emocionante de la aventura. Nos dirigíamos a Copacabana en la combi. En un momento dado hay que cruzar un brazo del lago (Estrecho de Tiquina) en lancha. Cuando llegamos a ese punto juro por lo que más quieran que se cortó la luz. Uy la puta madre!! Todas a nosotros? Bueno, decidimos cruzar igual. Subieron la combi a la balsa y a nosotros en una lancha. De repente la miro a Vicky, nuestra coordinadora boliviana, y estaba llorando: “Mira Vero que este viaje lo hice mil veces, jamás se había cortado la luz pero hoy lo agradezco. Mira el cielo!” Era increíble! La luna en cuarto creciente, las estrellas, el cielo de un azul petróleo y todo eso acompañado por el suave andar de la lancha por el lago más azul que yo vi en mi vida!
Estrecho de Tiquina--------------------------------------------------------------
Maldición Polaca
A veces es feo encontrarte con una página en blanco, así, enorme. Tenías ocho millones de cosas para decir y te quedas como la hoja: en blanco! Me encantaría seguir contándoles anécdotas de mi trabajo, pero me he dado cuenta que muchas son incomprensibles para quien no conoce el mettier. En fin, sí tengo anécdotas de viajes algunas divertidas, otras no tanto.
La que narro a continuación me pasó en un viaje a Perú y Bolivia.
En turismo se realizan lo que nosotros llamamos “fam-tours”. Esto es: un operador invita a sus mejores clientes a conocer un destino específico para que lo podamos vender con conocimiento de causa. Así he conocido mucho de Argentina, Francia, Suiza, Inglaterra, algunos puntos de Brasil y otros… Por lo general somos grupos muy heterogéneos con gente de todas las edades, de todos los extractos sociales, que tratamos de convivir armónicamente. Una especie de Gran Hermano del turismo.
En este viaje en particular nos llevábamos todos perfecto, íbamos con una coordinadora boliviana. Como decía, todo era armonía, excepto por una persona, polaca ella, que tenía una mala onda increíble. Y juro que desde el comienzo del viaje sucedieron cosas sólo atribuibles a esa mala onda.
El primer día no más, cuando llegamos a La Paz, fue mortal. No sé si alguna vez han estado. Cuando el avión aterriza, que aún conserva algo de la presurización, ya te empezás a sentir raro. En cuanto traspasás la puerta del mismo es como si alguien te pegara una piña en medio de la cara y te dejara grogui… La presión es tremenda. El dolor de cabeza es insoportable. Tanto que al otro día estábamos todos llorando, rogando que nos arrancaran la cabeza…
Al día siguiente proseguimos nuestro periplo hacia Cusco. Es muy linda, muy colonial, pero los olores, por lo menos para mí que soy muy sensible en ese sentido, son de lo peor. Transcurrieron los dos primeros días sin novedades. Al tercer día nos tomamos el tren para ir a Machu Picchu. Al llegar, fuimos todos trepando la cuesta para llegar hasta la parte más alta, donde está ese monolito gigante, que según lo que nos decía la guía, es la parte con más energía del lugar. Yo no me la tragaba hasta que lo viví en carne propia. Pero me estoy desviando de la historia… Resulta que cuando llegamos allí, la guía cuenta y nos faltaban dos personas. Buscamos, buscamos, y no estaban por ningún lado. Cuando regresamos a la parte más baja, la guía que la tenía reclara, se fue directamente a la enfermería… Y allí estaban, medio desmayados. Suero para dos!! Una intoxicación machaza! Regresamos a Cusco sosteniendo las botellas de suero. Esa noche les pasaron dos más.
Al día siguiente teníamos vuelo de regreso a La Paz y de allí íbamos a ir a Copacabana, un pueblito que queda a orillas del Titicaca. Estábamos todos en el aeropuerto, incluidos los dos moribundos. Llega el avión (del Lloyd) que venía de Lima, pero no nos daban la orden de embarcar… Mmmh! Qué está pasando? Al rato viene uno del Lloyd y habla con nuestra coordinadora. Qué había pasado? El avión había aterrizado muy fuerte y en la maniobra había roto un par de cubiertas y el sistema hidráulico de los frenos. Estamos en el horno!!! “Repuestos no tenemos”. Ahí empezó la discusión de si había que ir en micro a Puno o esperar un par de días al próximo vuelo. Si hacíamos esto último, nos perdíamos el Titicaca, pero si íbamos a Puno podíamos perder a los dos integrantes que estaban en un estado lamentable… OK, nos perdemos Copacabana. Salimos del aeropuerto y cuando estábamos en la combi para regresar al hotel, se nos acerca uno del Lloyd y nos dice: “el avión sale, si quieren pueden abordar”… En qué condiciones? No lo sabíamos. La mitad del grupo no se animó, la otra mitad sí (entre ellos la polaca, la coordinadora y yo). Subimos al avión, al que le habían prestado zapatos y le habían atado con alambre (un decir) el sistema de frenos. El viaje fue un parto, y lo peor fue cuando aterrizó porque no sabíamos si iba a frenar. Lo peor es que vino un tipo del Lloyd, de los del personal de aeropuerto, con un salvavidas y se puso en posición de aterrizaje de emergencia al lado nuestro… Ah bueno! Pero no pasó nada, digamos que terminó de frenarlo un metro antes que terminara la pista y las turbinas estaban al rojo vivo, pero nada más.
Y acá empieza la parte más linda y emocionante de la aventura. Nos dirigíamos a Copacabana en la combi. En un momento dado hay que cruzar un brazo del lago (Estrecho de Tiquina) en lancha. Cuando llegamos a ese punto juro por lo que más quieran que se cortó la luz. Uy la puta madre!! Todas a nosotros? Bueno, decidimos cruzar igual. Subieron la combi a la balsa y a nosotros en una lancha. De repente la miro a Vicky, nuestra coordinadora boliviana, y estaba llorando: “Mira Vero que este viaje lo hice mil veces, jamás se había cortado la luz pero hoy lo agradezco. Mira el cielo!” Era increíble! La luna en cuarto creciente, las estrellas, el cielo de un azul petróleo y todo eso acompañado por el suave andar de la lancha por el lago más azul que yo vi en mi vida!
Llegamos a Copacabana. “Despiértense temprano, a eso de las 4, para ver el amanecer sobre el lago, no se lo pueden perder”. Cenamos y nos fuimos a dormir. Mi compañera de cuarto y yo nos despertamos a las 4, a pesar del cansancio que traíamos, y nada… 5, 6, 7 AM y a pesar de la claridad, del sol ni noticias. Bajamos a desayunar y estaban todos extasiados con el amanecer… A nosotras nos habían dado una habitación que daba al Oeste!!!
El lago Titicaca, ya dije, es impresionante, sublime. Pero no me voy a detener en más detalles. A la tarde regresamos a La Paz. Llegamos al hotel y PUF se cortó la luz!!!. Sí!!! Jajaja Ya a esta altura nos reíamos y hablábamos de la “maldición polaca”.
Al día siguiente tomamos el vuelo de regreso, con una escala en Santa Cruz de la Sierra, donde obviamente perdimos la conexión. Cuando llegamos a Ezeiza dijimos “bueno, ya está, no? Se terminó la maldición!” Pero no. Aún quedaba el último coletazo: iba caminando con el carro y una bolsa en la mano. No me explico cómo, porque nadie me chocó, la bolsa fue a parar al piso. Un montón de casitas de barro que traía (que me gusta juntar) se hicieron añicos al tocar el suelo!!
Así terminó el viaje, pero a pesar de todo, fue uno de los mejores viajes que he hecho. Y lo volvería a hacer. Incluso en las mismas condiciones.
Actualización: lean el primer comment y van a entender por qué agrego esto...
8 comentarios:
Me quedé pensando en este post...
Este fue el último post que escribí en mi blog viejo antes de tener que cerrarlo abruptamente... No será que la maldición polaca continúa??? Por las dudas ya le hice un conjuro para que no llegue hasta acá!
... El sol se opone para que el día sea noche pero el día será según lo que yo haga con él».
Juaaa. Mas alla de los "episodios extraños". Que lindo viaje! Yo lo hice bastante parecido y mientras te leia me ponia la piel de gallina. El Titicaca es magico. Que suerte que pudiste verlo asi de noche y sin luces. Cuando fuimos nosotros conocimos a dos mochileros que alquilaron un bote de remos y se fueron padentro del lago a ver la luna de manera similar a la que contas vos. (y a mi me parece que a fumar porquerias, tambien)
Nadie deberia viajar fuera del continente, sin antes conocer Cusco, Machu Picchu y alrededores.
La verdad es que es sublime!! El lago Titicaca es algo increíble: el azul del lago, contra el desierto que lo rodea y de fondo el majestuoso Illimani, blanco inmaculado, custodiándolo; y custodiando a La Paz... Realmente es uno de los paisajes más lindos que yo he visto en mi vida. Y además los ritos de la gente... desde la lancha tiraban hojas de coca para pedirle permiso a los dioses... lo mismo en la Isla del Sol... Quizás sea un rito "for export" pero es sobrecogedor en ese marco.
HAY QUE HACERLOOOOOOOOOOO!!!!!
jajaja..."las aventuras y desventuras de Vero"
Me tentaste a cambiar de rumbo....mmmm...sale Machu....=D
Siiiiiiiiiiii Machu toda la vida!!!!!!!!! Lo único que te digo es que te lleves unos cuantos amuletos, just in case!
te lo mereces por turra
me quedo el GOOOOOOOOOOOOOOLLLLLLLLLLLLLLLLl atragantado
perra
Bueno, raulo. Hiciste el 7 acá, lo que no es poco!!!!
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