Pongo Bossanova por la zona, aunque lamentablemente acá también teníamos que escuchar todo el día Axé.
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Septiembre 2005
Tenía una semana de vacaciones colgadas, mi amiga P también. Y como trabajamos en lo mismo y, por lo general nos coinciden las vacaciones, decidimos partir para Brasil y lo hicimos haciendo coincidir su cumpleaños. Lo que no tuvimos en cuenta es que esa es época de lluvias...
Pues bien señores, nos llovió 5 de los 7 días que estuvimos. Encima, como era temporada baja estábamos prácticamente solas en un hotel enoooooooooorme. Sólo un par de días el hotel estuvo lleno: había una convención.
La cuestión es que nos pasamos esos cinco días jugando a las cartas, a los dados y mirando el US Open por tele. Realmente no había mucho más para hacer. Distinto hubiera sido si hubiera ido con un muchacho, quizás hubiéramos aprovechado el tiempo de otro modo :P
Imagínense lo triste que fue ese viaje que no puedo encontrar por ningún lado las fotos... Así que las que aparecen en este post son amablemente robadas de internet. Gracias a los fotógrafos amateurs que las comparten.
Volviendo a las vacaciones. Al quinto día amenazó salir el sol, entonces nos tomamos un safari que promocionaba el hotel (Portobello Angra). En fin! Qué quieren que les cuente... muchos pájaros, algún yacaré con pocas ganas de vivir, un par de cebras, otro de antílopes y el más gracioso: un camello que está re acostumbrado que le den de comer, entonces se acercaba a nuestro jeep y nos babeaba por doquier. Terminando la excursión: qué raro, se largó a llover de nuevo. Por suerte me llevo bien con P si no nos hubiéramos matado.
El sexto día amaneció glorioso. Así que contratamos el tour a Ilha Grande.
Ilha Grande
Saveiro
Ahí sí que vivimos la aventura. Nos llevaron hasta el embarcadero. Nos subimos al saveiro: qué divertido!, pensé. Con nosotras iba: una pareja de holandeses y una familia entera de brasileros.
La ida fue bastante buena. En un momento ancló en un canal que se forma entre dos islas y ahí pudimos nadar a mar abierto y disfrutar del sol. Seguimos camino hacia el restaurante. Estuvimos ahí, descansando al sol y emprendimos el regreso. El problema fue que se volvió a nublar y cambió el viento. Yo no sé nada de términos de navegación, así que voy a tratar de explicarles.
En lugar de cortar camino para Angra, que está justo frente a la isla, el marinero tuvo que empezar a ir contra las olas que cada vez eran más altas. La cuestión es que cada vez nos íbamos más mar adentro, hacia lo que sería el noreste. Cada ola que cortábamos, el salto era más grande. Yo me golpeé un par de veces porque no sabía si agarrarme yo o agarrar la cámara que en cualquier momento iba a salir volando. Así seguimos un buen trecho hasta que el señor apagó los motores y se puso a hablar por radio. Adentro del barquito teníamos agua y más agua. Por suerte yo no entiendo portugués, pero me bastó verle la cara a P, que es bastante temeraria, para darme cuenta que algo raro pasaba. El muchacho vuelió a prender los motores y comenzó a exponer el costado del barco a las olas. Hasta yo, que no sé navegar, pensaba: "nos levanta mal una ola y nos damos vuelta". De repente vi venir, desde el costado, una ola bastante grande y al tipo no le daban los bracitos para hacer girar el timón y cortarla. De hecho no la cortamos y si no nos dimos vuelta fue porque no nos tocaba. En definitiva: pudo girar y hacer que las olas nos llevaran de vuelta al puerto. A ver si me entienden: no le tengo miedo al agua, sé nadar muy bien, pero eso y caerte al mar con la cámara de fotos (era la único que me preocupaba), no es lo mismo.
Al día siguiente dimos por terminado el periplo y creo que fue uno de los peores viajes de mi vida.
TIP: No se olviden de averiguar, con su agente de viajes amigo :P, las épocas de lluvia en los destinos a los que van.